Mi nombre es Isabel y quiero compartir mi experiencia de cómo llegué a ser auxiliar de vuelo.
No puedo decir que fuese algo que hubiera tenido siempre en mente. Pero tal vez el hecho de que a los 16 años hiciese el viaje de regreso de fin de curso desde Palma de Mallorca en la cabina de los pilotos, por un error del personal de embarque, debió ser algo premonitorio.
Tal vez lo que más me animó fue el ver cómo unos de mis mejores amigos, que siempre tuvo claro que lo suyo era eso de volar, hizo un curso de Auxiliar de Vuelo y se marchó a Inglaterra. Así pudo aprender inglés y logró su sueño que era entrar en una compañía aérea.
Me hablaba de todos sus nuevos amigos, todas las ciudades del mundo que había conocido y lo excitante que era su nueva vida en Londres. Después de 19 años sigue allí recorriendo todo el planeta con una de las compañías más importantes del mundo.
Así que cuando acabe mis estudios hice las maletas y me marché a Inglaterra a perfeccionar mi nivel de inglés.
Cuando volví ya había decidido probar suerte en esto de la aviación y después de hacer el curso de Auxiliar de Vuelo en una Academia de TCPs, mandé mi primer C.V. a una compañía Aérea Española.
Todo fue muy rápido, enseguida contactaron conmigo, las pruebas, el curso de un mes en Valencia y cuando me quise dar cuenta estaba volando.
Desde entonces supe que no podría hacer otra cosa, me enamoré de la profesión, de estos horarios que para el resto de la gente son desordenados, pero que te permiten hacer cosas cuando el resto trabaja. Por ejemplo, la posibilidad de viajar prácticamente a cualquier sitio por precios insignificantes, conocer gente nueva continuamente, vivir experiencias que no todo el mundo tendrá y que ningún día sea igual a otro.
A lo largo de los años he trabajado en varias compañías diferentes, de todas me he llevado algo conmigo, sobre todo buenos recuerdos.
Y si en algo coincidimos todos los Auxiliares de Vuelo es que esto no es solamente una profesión, sino una forma de vida y que, además, engancha.