Toby, Coco, Firulais, Pancho y Lola son nombres comunes de perros. Pero más común es llevar una mascota a bordo de los aviones.
Gatos, canarios, tortugas son animales típicos de compañía. Es uno más de la familia y por tanto queremos que viaje con nosotros. Eso sí, de la forma más segura, tanto para el animal, como para los ocupantes de la aeronave. ¿Sabías que está prohibido transportar roedores? Los cables del avión se llevan muy mal con los dientes de estos animales…
De modo que, existen unas limitaciones para el transporte de estas mascotas como, por ejemplo, sólo se podrá llevar una mascota por persona. Eventualmente, se podrán llevar dos si son de la misma familia, pero, el transportin, la caja donde irán los animales, no podrán sobrepasar los 8 Kg de peso. Esto ya es tamaño suficiente como para considerarse tener que ubicar dicha caja en la bodega del avión, ya que la cabina de pasaje es un espacio muy limitado y no siempre se puede hacer lo que a uno le apeteciera.
Cuando el animal es pequeñito y viaja con nosotros lo llamamos PETC…
Y cuando el animal ya es mediano o grande y viaja en la bodega lo denominamos AVI….
Ya estoy oyendo a los defensores de los animales, tranquilos. Me considero un amante de todos los animales y deciros que las bodegas del avión están presurizadas y climatizadas, por lo que el animal sufría poco. El pobre no entenderá nada, es un medio por el que nunca o casi nunca se habrá movido y de ahí que lo pase un poquito mal. Normalmente los veterinarios, a petición de sus dueños, les dan un ligero calmante para que pasen mejor el viaje.
El personal que trabaja en la plataforma del aeropuerto y asiste a los aviones, también está muy concienciado con las vidas de estos animales. En las temporadas que hace mucho frío o calor, hacen lo imposible por que pasen el menor tiempo posible a la intemperie. Muchas veces nos piden agua porque ya ven que les queda muy poca o nada, y todavía tienen un largo viaje por delante.
¿Anécdotas? Muchas…
Típico es el vuelo en el que el pobre está muy nervioso y se tira ladrando todo el trayecto. Pobre perro y pobre dueño, que está escuchando los lamentos de su fiel amigo durante todo el vuelo y no puede hacer nada al estar en bodega. Hasta hoy, que ha sido lo que me ha animado a escribir estas palabras. De repente me ha aparecido en el galley un bebé de Jack Russell, Pancho, ¡el perro de la Lotería! ¡Que listos son estos chuchis! Es lo último que me podía imaginar que aparecería por detrás de esa cortina.
Bueno, que ilusión y que pequeño susto. Hoy era un bebé y no me ha pasado como lo que paso a un amigo: se escapó un gato asustado de su bolsa y ni el dueño podía cogerlo. Estaba tan asustado con el ruido del avión que no atendía a razones y algún que otro pasajero se llevó algún que otro arañazo y mordisco.
De ahí la importancia de llevarlos siempre cerrados. Ya se que se sufre mucho sin tocarlos, pero no es ni más ni menos que para garantizar la seguridad de todos. En el vuelo de hoy hemos llevado dos perritos y obligatoriamente han de estar separados por al menos 6 filas. No sea que se huelan y, ¡se caigan mal!